La semana pasada vino de Estepona un niño cuyo papá me había conocido por internet, y al leer los comentarios que teníamos se decidió a venir a la clínica de Málaga con su hijo de 3 años. Había ido la semana anterior a un dentista general, que le había diagnosticado tres caries, una de ellas muy grande que necesitaría anestesia y una pulpotomía.

Los papás de Pablo estaban agobiados y desde que salieron de esa clínica se echaban la culpa de lo mal que lo habían hecho y de que era su culpa que Pablo tuviera esas caries. Por supuesto, pensaban que iba a ser dificilísimo que su hijo dejara empastarse y que iba a ser un trauma para el.

Total, que vinieron el martes: desde el momento en que entraron surgió efecto la conexión de Pablo con el lugar, y conmigo. Se sentó solo en el sillón, empezamos a hablar papá y yo sobre higiene, cómo podía haber pasado eso, y le dije: hoy vamos a solucionar todo el problema y se queda resuelto. No se lo podía creer, pero así fue: hicimos el «empaste enorme» tranquilamente, Pablo, encantado de la vida, y las otras dos caries eran surcos teñidos que revisaremos en unos meses y que a día de hoy no tienen consecuencias.

Este ejemplo lo pongo para que cualquier padre al que se le haga un mundo el dentista compruebe que hay muchas formas de tratar a un niño: nuestra filosofía es que cada niño es distinto, cada familia también, pero intentamos entre todas las que componemos este equipo que lo primero sea hacer fácil y agradable la visita. NUNCA vamos a forzar una situación, al revés, el niño tiene que entrar y que salir contento de aquí.

¿Lloran los niños?, pues los que no nos conocen sí, lloran porque no saben a qué van, lloran porque no les ha gustado ir a un dentista antes, lloran porque están tan agusto en la sala de juegos que no se quieren ir, pero NO lloran porque les hagamos daño, porque nos pongamos encima o los agarremos para sujetarlos, No lloran porque lo han pasado mal.

Tenemos toda la clínica preparada para sus hijos. El otro día una mamá se sorprendió de lo tranquila que estaba la consulta, los niños pintando y jugando y de las salas de consulta no se oía ningún «chillido».

Proponemos e intentamos hacer el mejor tratamiento. Mi clínica se pone entera a su disposición

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